Enrique Gutiérrez Ríos
ABC (Madrid, 15-VII-1975)
En Monseñor Escrivá de Balaguer había sencillez. Su palabra tenía la llaneza expresiva, correcta, y el acento de su tierra aragonesa. Sus escritos son prosa limpia, sencilla, precisa. Eran claras las ideas, que constantemente repetía, sobre el valor de las cosas que constituyen la vida ordinaria: el trabajo profesional, la vida de familia, las pequeñas cosas de todos los días. Intelectuales y obreros, hombres del campo, chicas y chicos universitarios, amas de casa, empleadas del hogar -la multitud de socios del Opus Dei, de condiciones sociales y profesionales diferentes- le entendían igual y hacían de su palabra -la misma para todos- vida personal: cada uno desde su situación concreta.