La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz

 

Índice: José María Somoano. En los comienzos del Opus Dei

En 1946 don Josemaría se trasladó definitivamente a Roma. Desde allí impulsó la formación de los miembros de la Obra, y sus apostolados, que se fueron extendiendo por los cinco continentes. Sin embargo, a pesar del enorme esfuerzo y dedicación que esto le suponía, su pasión por la santidad de los sacerdotes seculares iba adquiriendo, día tras día, una especial fuerza en su alma,y vio cada vez con mayor claridad que debía extender a esos sacerdotes la luz del mensaje que Dios le había comunicado.

Rezó; hizo rezar; pidió consejo a personas doctas y santas, y llegó a esta conclusión: debía emprender una nueva fundación, separada del Opus Dei, para ayudar a los sacerdotes diocesanos de todo el mundo, aunque eso le supusiese, en su caso personal, abandonar la Obra.

Era una decisión firme y dolorosísima, porque la Obra era la razón de su vida; pero veía claro que aquello era lo que el Señor le pedía. Comunicó su propósito a la Santa Sede y al Consejo General y a la Asesoría Central del Opus Dei.

Sin embargo, cuando todo hacía prever que el Opus Dei sería aprobado definitivamente por la Santa Sede en la primavera de 1950, se produjo un retraso -un dilata, en términos jurídicos- que resultó providencial. Y en las semanas siguientes al 1 de abril de ese mismo año, Dios le hizo ver que los sacerdotes incardinados en las diócesis cabían en el fenómeno pastoral del Opus Dei y podían ser admitidos como socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

"Dios (...) -escribía el Fundador en 1951-, me libró, con su mano misericordiosa -cariñosa- de Padre, del sacrificio bien grande que me disponía a hacer dejando el Opus Dei. Había enterado oficiosamente de mi intención a la Santa Sede (...) pero vi después con claridad que sobraba esa fundación nueva, esa nueva asociación, puesto que los sacerdotes diocesanos cabían también perfectamente en la Obra".

El camino jurídico que debía recorrer el Opus Dei hasta llegar a una fórmula dentro del Derecho Canónico que reflejase bien su naturaleza teológica siguió adelante, y con la Constitución Apostólica Ut sit, promulgada por Juan Pablo II, encontró la fórmula adecuada; con este paso jurídico definitivo quedaron claras sus características teológicas y canónicas.

En la actualidad la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz -asociación de clérigos propia e intrínseca a la Prelatura del Opus Dei, e inseparablemente unida a ésta- está formada por los miembros de la Prelatura del Opus Dei que han sido promovidos a las órdenes sagradas por el Prelado y están incardinados en la Prelatura, y por otros miles de sacerdotes diocesanos de todo el mundo -o candidatos al sacerdocio, siempre que hayan recibido el diaconado- incardinados en diferentes diócesis, de cuyos presbiterios forman parte, que soliciten su admisión en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz como socios Agregados o Supernumerarios, y sean debidamente admitidos. El Prelado del Opus Dei es, a la vez, Presidente General de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Todos estos clérigos mantienen la más estricta relación de dependencia con sus respectivos Obispos o Prelados. Los clérigos no incardinados en la Prelatura y que, por tanto, no forman parte de su Presbiterio, sino cada uno del de su propia diócesis, son socios Agregados o Supernumerarios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz; éstos mantienen la más estricta relación de dependencia con sus respectivos Ordinarios.

La vinculación a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz de los socios Agregados y Supernumerarios, requiere la misma vocación divina -específica llamada de Dios- a santificarse en sus propias circunstancias (en este caso, el ministerio sacerdotal) que la de cualquier miembro del Opus Dei.

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Una vez más, los sueños -aquellos sueños por los que José María Somoano y María Ignacia García Escobar rezaron y sufrieron tanto en los años difíciles del Hospital del Rey- se han convertido en una gozosa realidad.

 

 
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