Jenner

Después de encauzar los asuntos familiares, volví de nuevo a Madrid, al edificio de la casa rectoral, donde estábamos muy pobremente instalados, utilizando ese curioso saldo de objetos que quedan abandonados tras una guerra: catres de soldado, mantas de cuartel, etc. Sólo estuvimos allí durante cuatro meses. El Padre quería ceder la casa lo más pronto posible a las Agustinas Recoletas, cuyo convento había quedado destruido. Mientras tanto, buscábamos por todo Madrid una casa de alquiler en la que se pudiera instalar la Residencia. El Padre habló con las religiosas de la Asunción para que cedieran provisionalmente a las Recoletas una parte del Colegio que que no necesitaban durante el verano, y gracias a eso, estas religiosas pudieron reanudar muy pronto su vida en Santa Isabel.

El 6 de julio se firmó por fin el contrato de la casa que iba a albergar la futura Residencia de estudiantes: la integraban tres amplios pisos de la primera y tercera planta de la calle de Jenner número 6, muy cerca del Paseo de la Castellana. En los dos pisos de la tercera planta -que se unieron- se instalaron el oratorio, la sala de estar, la biblioteca, una salita de recibir y las habitaciones de los residentes. En la primera planta se instalaron el comedor de la Residencia, el comedor de invitados, una sala de recibir, la habitación que ocupaba el Padre, una segunda habitación para la Abuela y su hermana Carmen y una tercera habitación para su hermano Santiago, que era entonces estudiante universitario.

Durante esa época los Obispos de numerosas diócesis de España, atraídos por su vigor apostólico y su fama de santidad, siguieron llamando al Padre para que dirigiera ejercicios espirituales para el clero y predicó numerosas tandas en Madrid, Avila, Segovia, Vitoria, Pamplona, Lérida, Valencia, León...

Recuerdo que durante esa época di algunos paseos con el Padre por las tiendas de chamarileros del Rastro madrileño en busca de muebles a buen precio que nos pudieran servir para amueblar la nueva Residencia de Jenner. En el vestíbulo de entrada hizo colocar un gran planisferio con el lema: A solis ortu usque ad occasum, con el que nos recordaba que gentes y países de todo el mundo esperaban ardientemente su encuentro con Cristo en los quehaceres de la vida ordinaria, siguiendo el espíritu del Opus Dei.

Por fin, el 15 de julio comenzó la mundanza. El 6 de agosto el Padre bendijo el nuevo Centro de la calle de Jenner. Comenzaba un nuevo capítulo de la historia de la Obra.

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