Camino. Introducción. San Josemaría

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A ti, querido lector, van dirigidas esas líneas penetrantes, esos pensamientos lacónicos; medita cada palabra e imprégnate de su sentido.

En estas páginas aletea el espíritu de Dios. Detrás de cada una de sus sentencias hay un santo que ve tu intención y aguarda tus decisiones. Las frases quedan entrecortadas para que tú las completes con tu conducta.

No des un paso atrás: tu vida va a consistir en hacer dulce el sufrimiento. ¡Para eso eres discípulo del Maestro!

El mayor enemigo eres tú mismo, porque tu carne es flaca y terrena y tú has de ser fuerte y celestial. El centro de gravedad de tu cuerpo es el mundo; tu centro, de gravedad ha de ser el cielo. Tu corazón es todo de Dios y sus afectos los has de consagrar por entero a Él.

Lector, no descanses; vela siempre y está alerta, porque el enemigo no duerme. Si estas máximas las conviertes en vida propia, serás un imitador perfecto de Jesucristo y un caballero sin tacha. Y con cristos como tú volverá España a la antigua grandeza de sus santos, sabios y héroes.

Vitoria, festividad de San José de 1939.
Xavier, A. A. de Vitoria

NOTA A LA TERCERA EDICION

En pocos meses se agotó la primera edición de este libro. Y, al sacarlo a la luz por segunda vez, corrió la misma suerte. Está en la imprenta la versión portuguesa y, desde Roma, nos piden que se haga pronto una edición en italiano.

Tenemos datos consoladores —cartas de sacerdotes, de religiosos y, sobre todo, de jóvenes— del fruto sobrenatural que estas páginas han hecho en las almas. Ojalá, lector amigo, te sirva su lectura constante para enderezar y afianzar tu camino.

Así lo pide al Señor, para ti,

El Autor
Segovia, en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de septiembre de 1945.

AL LECTOR

Lee despacio estos consejos.
Medita pausadamente estas consideraciones.
Son cosas que te digo al oído,
en confidencia de amigo, de hermano,
de padre.
Y estas confidencias las escucha Dios.
No te contaré nada nuevo.
Voy a remover en tus recuerdos,
para que se alce algún pensamiento
que te hiera:
y así mejores tu vida
y te metas por caminos de oración
y de Amor.
Y acabes por ser alma de criterio.

 
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